martes, 6 de agosto de 2013

Tan Lejos de Krypton y tan cerca de la verdad

Esta entrada empieza por una portada que en Malas Testas será sin duda la portada del año.


Sobran comentarios, sólo contemplen. ¿Qué treintañero no se siente sumergido en esta imagen? Esta foto tiene mucha historia. Sólo les digo que esos dos niños son hermanos y escritores. Pues bien, ¿ven el casco azul, una especie de versión del casco del entrañable Darth Vader? Yo tuve ese casco. Prometo foto porque aun lo tengo en algún rincón de la casa de mis padres.

Daniel Ruiz Garcia tiene un defecto imperdonable para ser considerado un autor importante por la excelencia literaria española: le gusta la cultura pop en sentido amplio. Daniel Ruiz Garcia tiene otro problema para ser considerado un autor importante por la excelencia literaria española: parece un tipo normal. No vive de la literatura (Deo Gratias). Cuentan que tiene una hipoteca. Y los mas osados dicen que hasta hijos. 

Pero Daniel Ruiz Garcia, sabe que la cultura pop también puede ser trascendente y tratar temas universales, como ya pudimos leer en la Canción donde ella vive. Pues bien, en Tan Lejos de Krypton, repite motivo y aspiraciones. Esta vez el universo de los cómics de superhéroes (patrios y yankis) es el elemento pop con el que Daniel Ruiz estructura la mente de unos niños, su visión del mundo y una trama que desde la primera página va sobrecogiendo pero poco a poco, con un ritmo traidor y perfecto. 

Sin querer desvelar nada del argumento y sus claves, Tan Lejos de Krypton ofrece la visión del mundo de un preadolescente que estructura su realidad partiendo de las palabras que conoce, de las que quiere conocer, de su relación con su familia y amigos y todo a  través de su gusto por los superhéroes de los que va aprendiendo un código de conducta. Fundamental  en este proceso es la figura de su primo Prudencio, auténtico Quijote ochentero, tan clarividente como entrañable, un personaje que desde que aparece te encoge el corazón.

Además, la novela trata de temas tan duros como la incomprensión, la locura y su estigma, la grandeza de una enfermedad mental que proporciona  la confianza suficiente  a un niño para enfrentarse  a sus miedos y covertir sus supuestas taras en superpoderes. Porque la locura es la única manera de sobrellevar una realidad terrible. 

El desafío técnico al que elige enfrentarse Daniel Ruiz es tremendo: adaptar su discurso a la mentalidad de un niño.Y aunque de vez en cuando el yo lírico del autor se escapa del discurso infantil, la voz del niño personaje, Lucas Cobos, es convincente, resultado de un trabajo, de un currazo más bien, que hace que nunca suene ñoño o impostado. Porque en esta novela, señores, no hay nada impostado. Nada. 

La sinceridad, la honradez rezuman en cada página.  No hay un gramo de impostura, repito, de falacia a la que nos tienen acostumbrados la mierda de literatura que se vende en este país. Tan Lejos de Krypton está escrito con el corazón y las entrañas. El autor se implica, se moja y se lastima, para poder vencer. 

Si me permiten la conexión, respiro las mismas aspiraciones a la hora de escribir, el mismo propósito, una sensibilidad parecida en  Tan Lejos de Krypton (infancia), El hijo del Futbolista (adolescencia) de Coradino Vega y  La Madeja y el Do (juventud) de Jean Christophe Garcia-Baquero.  Ahi queda eso. Escribir para exorcizar, escribir para conocerse, para lastimarse y reconciliarse... sin trampas. 

Tan Lejos de Krypton no será una obra reconocida, claro. Tan Lejos de Krypton es un libro duro, difícil y muy emocionante. Es un viaje de vuelta a territorios donde viven los demonios de uno mismo. La gente no quiere esto.  Pero su autor no tiene prisa, es un corredor de fondo.  Daniel Ruiz es un escritor porque escribe de verdad, porque le roba tiempo a todo lo demás para escribir y como ustedes verán, no tiene tiempo para contar tonterías. 




martes, 23 de julio de 2013

El infierno de los escritores supremos

Roberto Bolaño, al que tristemente perdimos hace diez años, hablaba en 2666 del infierno de los malos escritores, y en particular,  del miedo de los escritores a pertenecer a ese infierno. 

Pero yo creo que también existe un infierno de los escritores supremos, un infierno al que todos los escritores querrían pertenecer. Frente al buenismo y/o la impostura intelectual de tantos escritores, preocupados más por su bolsillo o intereses, hay escritores, por suerte infernales, que muestran la naturaleza humana en toda su brutalidad y grandeza sin importarles nada más. 

Y el apóstol de ese panteón es William Faulkner. Y su biblia, Mientras agonizo. 





sábado, 6 de abril de 2013

Otro artificio


Que Pablo Gutiérrez es un escritor original ya se sabe. Y lo he dicho aqui, como si eso fuera relevante...

Que la originalidad hay que contextualizarla dependiendo de lo que se quiera contar, también. En este caso, aprovechando la mala rachita que estamos pasando todos, Gutiérrez aplica su estilo particular en un intento de ofrecer una visión critico-lírica de la crisis. Y, para mi, erra del todo.



Gutiérrez es un narrador nato, sus imágenes sorprenden y su perspectiva casi despiadada con sus propios personajes es muy interesante pero Democracia es para mi un ejercicio de estilo que cae bien lejos de donde sus intenciones pretendían. Es una critica tan suficientemente correcta que irrita, de lo lejos que la he sentido. No hay absolutamente nada en este texto que salga de las entrañas. La novela está escrita desde una distancia que no da objetividad sino que transmite alejamiento y artificio. Falta sinceridad.  Falta sufrimiento. 
La ironía, las imágenes y asociaciones que me encandilaron en Nada es crucial irritan a la hora de reflejar la crisis. Además, Gutiérrez se centra en la parte abstracta y extranjera de la misma. No ahonda en el caso español, Leh Bro (¿por favor?), Soros en el rio Nung (¿perdona?), la congresista norteamericana (¿mande?).... todo muy alejado de la decadencia moral que sufre nuestro país. Nuestro cutre país. ¿Es que todos los españoles no somos un poco culpables de lo que ha pasado por acción u omisión? ¿Se lo decimos a las cajas de ahorros,  a los políticos, a la sociedad inculta?

La historia erra completamente su tiro.  El autor agita un poquito el árbol de las tempestades azuzando lo justo las conciencias para definirse lo menos posible y mostrar, de nuevo, lo menos posible sus propias contradicciones... No me gustan los libros impostados.  O te metes de lleno y escribes una crónica de tu país a lo Flaubert o haces Nada es crucial 2, con efectos especiales y te aplaudimos.

La literatura ha de ser honrada o no lo es. Independientemente de que se escriba muy muy bien. Es fácil denunciar dramas desde la salvaguardia (¡ay que común es esto en los intelectuales de la izquierda divina española!). Y si se quiere hacer,  que no sea tan evidente como ocurre en esta novela.






miércoles, 3 de abril de 2013

Dos años de Malas Testas

Malas Testas cumple dos años. La misma falta de interés y  rigor han recorrido  los posts que jalonan este año de avatares y zozobras. La levedad es nuestra divisa.

Siempre prescindible, les saluda,

Tirso Malatesta.


miércoles, 13 de marzo de 2013

Frío de Pinedo y el final abrupto

Conoci a Rafael Pinedo por los blogs literarios de moda. Todos poniéndolo muy bien, sobre todo por Plop. En mi libreria favorita de Palma de Mallorca, Babel, me topé con Frío buscando Plop. Y me lancé.  Este autor gusta de monosílabos para sus títulos. He de decir que me bebí el libro en plena tormenta de nieve y aquello convirtió su lectura en una experiencia total. Tiritando...






El libro deja huella sobre todo por el personaje principal y su psicología. Un entorno agobiante y parco en alternativas, un ambiente opresivo y un estilo sin apenas retórica hacen de este libro todo un reto técnico que en mi opinión se ha resuelto con demasiada  premura. 



La maestra reprimida sexualmente con sus fantasías trasnochadas, su fe basada en el terror a Dios, su aparente debilidad que esconde una fuerza enorme y sobre todo su instinto de supervivencia que hace que adapte sus ritos religiosos a su nueva realidad, a  las legiones de ratas que han poblado una escuela abandonada en medio de la nada donde ella se ha refugiado de un invierno constante y helador, me ha resultado interesante. Si bien es un personaje nada novedoso, resulta una mezcla de estereotipos,  mantiene el pulso con sus acciones y reflexiones que muestran temas subyacentes: la religiosidad como sublimación de una vida no vivida, la convivencia-supervivencia, los rituales que dan seguridad y el sexo omnipresente en la psique humana. El libro  nunca se convierte en reflexivo siendo para mi una cualidad de esta novela. Pero en mi opinión el final es muy abrupto.

En efecto, el libro tarda en meter al lector en su ritmo y cuando finalmente lo hace (para mi el punto culminante es la creación del Cristo de las Ratas) ¡zas! acaba incluso sin un final abierto. Claro que mantener una trama con una economía de recursos y argumentos es una proeza pero que se lo cuenten a Buzzati  mismo.

En definitiva un libro complejo que cuando empieza a arrancar acaba. Un Frío que al final deja un tanto frío y con ganas de saber más de lo que podría haber hecho su personaje principal.

Seguiremos con Plop, me imagino.


Esta se nota que no ha leído Frío (qué quieren que les diga... la foto me ha impresionado).




sábado, 16 de febrero de 2013

¿Ya somos del panteón?

¿Ya somos parte del panteón de las referencias? No lo sé, supongo que no...no debería ser mi objetivo,  ya que aquí practicamos la ligereza, pero gracias a Libros del silencio y enhorabuena de nuevo.

http://librosdelsilencio.com/prensa/ver/823



miércoles, 23 de enero de 2013

A los pies de Sofi

Esta chica que ven abajo no es la humanización de la Bruja Avería, no. Esta tía, esta friki, ha escrito una de las mejores novelas que nos podemos echar a la espalda en estos últimos años. No, no es española, que más quisieramos que alguien en este país escribiera así sobre nuestro pasado más doloroso y reciente... es finlandesa, ya sé, es difícil de situarlo por allí arriba en el mapa para muchos, y su nombre ... es para que no lo olviden: Sofi Oksanen. Tampoco el título de su novela, Purga.






Y ¿de qué va Purga? Pues va de casi todo.  Bajo el marco temporal de la II Guerra Mundial, la ocupación soviética y la caída de la URSS en Estonia, Purga es una denuncia, a través de un drama familiar contado a   lo largo de tres generaciones,  de la condición de la mujer, que siempre es la víctima no importa que sean  los  nazis, los soldados rusos o los proxenetas de ahora los que llamen a la puerta.  Oksanen nos relata sin la más mínima exageración o afectación, con una aproximación muy original hacia los hechos que cuenta,   que las mujeres son las más fuertes, las capaces de soportar cualquier cosa que un hijo de puta les haga y por eso mismo, se produzca la triste paradoja de que son la víctima perfecta.  Y su estilo es personal,  opuesto a un escritor que quisiera haber tomado parte de los hechos horribles que relata, pero tampoco los explica de manera distante. Es una perspectiva  perfecta. En pleno estado de gracia. Con un estilo simple y parco. Y por ello mismo, consigue  dotar de mayor intensidad a la historia de las hermanas Tamm y sus descendientes femeninas.

Es una novela sobre la traición, la persecución generación tras generación, la supervivencia y la justicia. Es también una crónica casi apologética, en esta sociedad tonta y digital, sobre la vida campestre y su dureza emocionante llena de patatas, remolacha y vacas que ordeñar. La profusión de estos detalles cotidianos sin  resultar jamás pesado, dota de una gran profundidad a la historia sirviendo de un original contrapeso a la trama. Y sobre todo, Purga es  el relato de una de las historias de amor frustrado más emocionantes que he podido leer últimamente sin un atisbo de ñoñería, cursilada o candados en puentes. 

Un libro que permanece, que permite múltiples lecturas e interpretaciones. Me atrevo a decir que va a ser un  clásico.  Un libro hermoso y brutal. Un novelón heredero de lo mejor del pasado y de lo mejor del presente. La Sofi tiene el listón muy alto con sus treinta y pocos.  A sus pies. 




jueves, 17 de enero de 2013

Un artefacto pero no una obra de arte

Todos los que hemos leído Conversación en la Catedral hemos querido escribir no sólo con esa técnica sino relatar también una historia tan holística y universal.



Un buen chico es una historia brutal contada mediante una polifonía de conversaciones mantenidas en diferentes momentos  e intercaladas a la manera de Vargas Llosa al relatar la educación sentimental de Zavalita y la jodienda del Perú.  Gutiérrez se apropia, repito, con éxito de esta técnica para contarnos una crónica sobre unos pijos malditos y amorales de los noventa, unos hijos de puta vamos, por muy talentosos que fueran con la música indie-rock, elemento estructural del relato. 

El libro engancha  y su pulso es trepidante pero resulta un tanto repetitivo en las confesiones de sentimientos reiterativas del protagonista, con algunos diálogos demasiado poco creíbles, durante las conversaciones que acaban siendo machaconas, empañando los temas tan interesantes que implican como el mal, la culpa, la expiación, la mentira, los traumas y la condición de víctima y verdugo consciente o inconsciente. Aunque la historia se resuelva con su dosis de justicia para con algunos culpables de las aberraciones relatadas y mantenga su ritmo hasta el final, en mi opinión la riqueza y solidez de los personajes  se han sacrificado en detrimento de la técnica que es donde el escritor ha puesto casi toda su energía.

Además, parece que el escritor tiene un afán de mostrar el arrepentimiento del protagonista y eso mismo empaña la riqueza del mismo. A los personajes les faltan matices y acaban siendo algo planos.  La falta de profundidad de los personajes convierten la novela  en un artificio muy bien montado pero al que le falta, en mi opinión, algo más de contenido.


















miércoles, 9 de enero de 2013

Ranking que es gerundio

Comenzamos otro año en Malas Testas calificando, que cada españolito ahora es, además de seleccionador nacional, agente calificador aunque sea por reacción. Este pasado año hemos leído menos, rozando ya el aprobado raspado. No me queda otra cosa que el propósito de enmienda.




Sin más prolegómenos, vamos a por la lista de los diez mejores libros que han pasado por nuestra mala cabeza.

1. Stoner de John Williams
2. Nada es crucial de Pablo Gutierrez
3. Compañía K de William March
4. Purga de Sofi Oksanen
5. Florido Mayo de Alfonso Grosso
6. El desierto de los Tártaros de Dino Buzatti
7. Relato Soñado de Arthur Schnitzler
8. Memoria de Elefante de Antonio Lobo Antunes
9. Snuff de Chuck Palahniuk
10. Putas Asesinas de Roberto Bolaño


Si me pusieran una pistola en la boca para quedarme con uno, me quedaría con tres: Stoner porque es eterno, Florido Mayo porque así quiero escribir de mayor y Purga porque es sobrecogedor.







Que si, que leer está muy bien, hombre, dejad el telefonito y el guasap un rato.